La maternidad, en los meses del embarazo, es algo idealizado. Esperamos a nuestro bebé dispuestas a vivir el gran amor, el idilio perfecto, a entregarnos a esta nueva etapa de nuestra vida con confianza y dulzura.
Pero la realidad puede ser diferente y prepararnos a fondo y conscientemente para la maternidad es una de las labores que toda embarazada debería tomarse como prioritaria, pues es tan importante para su salud mental como lo es para la física el acudir a las revisiones médicas. Nuestra vida va a cambiar como nunca más cambiará.
La vuelta a casa
Nos entregan ese maravilloso bebé, sano y precioso. Volvemos a casa pero no esta nada tan sencillo como preveíamos. La pareja debe volver pronto al trabajo y tras los primeros días posiblemente la ayuda y la atención de la familia disminuye.
Las mamás ideales que vemos en las revistas y la tele están siempre arregladas y sonrientes, y sus bebés, dulces y limpios, parecen ángeles en vez de niños. Pero cuando cada tarde llega nuestra pareja a casa nos encuentra agotadas, sin duchar incluso, y desbordadas por las tareas de la casa y del cuidado del bebé.
El niño llora y ha manchado varios pijamitas que se amontonan en el baño, tu tienes ganas de llorar. Tu marido no entiende que sucede, ambos piensan que, pasados esos primeros días, todo sería como un sueño. Pero no es así. ¿Somos nosotras incapaces de ocuparnos de algo tan sencillo como ser madres o es que la imagen que ambos elaboramos no se ajustaba a la realidad de las cosas?
Papá y mamá tenemos que prepararnos de verdad para la nueva situación. Los bebés son seres interactivos, que precisan de una atención permanente, que requieren muchos cuidados y sobre todo, que no son previsibles. Ni comen cada cuatro horas, ni duermen cuando esperamos, ni cuidan su ropa, ni están siempre de buen humor.
Aunque parezca paradójico la forma más sencilla de tener más tiempo es dedicar todo el tiempo a estar con el bebé. Los recién nacidos se sienten normalmente más felices y tranquilos si su madre los lleva en brazos o en una bandolera a todas horas y sufren de menos problemas de humor, dificultades de sueño y alimentación si tienen libre y continuo acceso al pecho. Intentar dormir a un recién nacido en una cuna puede convertirse en una pesadilla, o empeñarnos en darle la toma “cuando toca”. Tirar el reloj y buscar la fusión con el bebé ayuda a encontrarnos mucho más serenas, con confianza en nosotras mismas y a tener un bebé más feliz, bien humorado y colaborador.
La matrona y la familia
Contar con una matrona de confianza es otra de las bases de un inicio de la maternidad más confiado y tranquilo. La madre puede confiarle sus dudas durante el embarazo y también acudir a ella después, en vez de escuchar demasiados consejos contradictorios que la suman en la inquietud. Por supuesto, como he dicho, la matrona debe gozar de nuestra confianza y haber contrastado con ella previamente si su orientación es la que nos hace sentir más protegidas y bien informadas.
Si una mujer de nuestra familia nos hace sentir bien, nos enseña como hacer esas cosas que nunca pensamos que fueran tan complicadas, como cortar las uñitas, dar un baño al recién nacido o cambiarle el pañal, podemos acudir a ella y pedirle que nos acompañe. Sin embargo, también aconsejo hablar de esto antes del puerperio, para asegurarnos que su ayuda no será impositiva y sabrán respetarnos como adultas y madres. Las madres y las suegras a veces sentimos que se extralimitan y nos pueden hacer sentir, a pesar de su amor y su dedicación, tristes y no valoradas.
No hay que temer pedir ayuda y dejar planificadas esas primeras semanas. Los familiares y amigos pueden ayudarnos mucho, pero no viniendo a que les pongamos café y a hacer carantoñas al bebé, sino pasando a ver si necesitamos que nos hagan la compra, o mejor todavía, comprometiendose a limpiarnos la casa, ponernos las lavadoras o traer la comida unos días. De verdad que no hay regalo mejor que ese.
Otros aspectos importantes
Las mamás recientes necesitan descansar, alimentarse correctamente, sentirse seguras y protegidas, y a la vez reconocer que son poderosa y válidas. Si han tenido una cesárea o una episotomía el dolor puede ser grande y es peligroso forzarse, nadie con una operación de esa envergadura se levanta a hacer la colada a los tres días. Nosotras tampoco tendríamos que hacerlo. Por ese motivo, como expliqué antes, es conveniente organizar la ayuda necesaria por parte de la familia, amigos o de una dula.
Para la madre es bueno salir a la calle y pasear. El aire fresco y el ejercicio le ayudan a sentirse mejor y poder, luego, descansar más profundamente. En los paseos y las visitas es conveniente tomar una actitud firme respecto a que se toquen las manos del recién nacido con las manos lavadas y evitar que las personas resfriadas se les acerquen. Una enfermedad en el primer mes, aunque en el adulto sea benigna, en un bebé puede complicarse fácilmente.
Antes del nacimiento debemos prepararnos para saber decir que no sin resultar maleducadas, pues, en esta y otras cuestiones, seremos las responsables de una nueva vida y ningún temor debe frenarnos para defender lo que consideremos mejor para ellos.
El papel del padre
La persona que más puede ayudarnos y que también está enfrentando una nueva situación vital es nuestra pareja. Su papel en la familia es ahora diferente y, en el caso de padres primerizos, pueden sentirse desorientados
Conclusión
Como conclusión, la madre perfecta no existe, existe la madre preparada. Para ti y para tu hijo es muy importante que previas las circunstancias nuevas que vais a vivir. Comprar el ajuar puede parecernos muy importante, pero lo es más conocernos como madres, personas capaces de tomar las riendas de nuestras necesidades y las de nuestros hijos, además de saber pedir ayuda para solventar las posibles dificultades del mejor modo posible.
Prepararnos para la maternidad, en lo organizativo y lo emocional es una forma de asegurarnos un puerperio sereno en el que disfrutar de la nueva realidad de nuestra vida.
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