lunes, 13 de septiembre de 2010

Maternidad Responsable

Las mujeres cristianas formamos el gran ejército destinado a servir y a dar gloria a Dios; unas, desde la sagrada virginidad; otras, desde el santo matrimonio, y algunas, desde la soltería digna.
Estos son los únicos caminos que la Iglesia considera correctos para toda mujer cristiana que busca, ante todo, su santificación. La maternidad es lo que más caracteriza a la mujer, es inherente a ella, la mujer que no vea en la maternidad su primer y máximo objetivo, es cualquier otra cosa menos mujer. Lo afirmado no contradice la castidad de las religiosas, ya que ellas son madres espirituales de muchos hijos, su misión es más sublime que el de la madre natural.

La maternidad cristiana no consiste únicamente en traer hijos al mundo, sino en hacer de ellos, con el ejemplo y la enseñanza, hombres verdaderos y santos. Sin embargo, si Diógenes saliera hoy, en pleno siglo XX, por las calles del mundo, ¿Crees tú que encontraría muchas madres? ¿Verdad que no?. Esta triste realidad, necesariamente nos lleva a pensar en la clase de madres que tenemos hoy; conociendo a los hijos de hoy, tendríamos que decir: "De tal palo tal astilla".

No podemos exigir santos, o ni siquiera hombres verdaderos, de madres que no saben ser mujeres; y menos, santas.


Hoy en día, hay quienes ni mujeres son; porque ser madres, para muchas jóvenes, es una incomodidad, un fastidio, un problema; y para otras, un problema, una desgracia, un castigo. Las aspiraciones modernas son diversas: unas desean vivir intensamente y tener relaciones, mas no hijos (amor libre); otras desean casarse, pero no atarse con hijos; casarse y tener como máximo dos hijos, es la aspiración de la más decente. Pero en todas ellas, la voluntad de Dios y su gloria, no cuentan.

EI aborto es ya tan aceptado que, posiblemente, el próximo Código Penal no lo considere como delito. Pero hay mujeres que realmente creen en la maternidad. Sin embargo, en su escala de valores, se encuentra por debajo de su realización profesional. Ellas son el orgullo de la Comunidad y el país, pues han sabido aprovechar sus talentos; sin embargo, también son vergüenza, pues no han sabido dar a la sociedad verdaderos hombres. Una mujer que BRILLA y es admirada a costa de haber sacrificado a sus hijos, no puede sentirse realizada.

Una madre cristiana, es la mujer que ha matado su egoísmo, buscando que sus hijos glorifiquen a Dios como ciudadanos honestos y cristianos auténticos, sin buscar en ellos un pago a sus sacrificios o lo que suavemente llamamos gratitud.


Los hijos son para Dios y no para la vejez de los padres.

Lo dicho exige dejar de lado el egoísmo; pero precisamente el cristianismo es para valientes, para los que buscan la verdadera felicidad ¿Quieres ser una buena madre?, empieza desde hoy a matar tu egoísmo. Practica en la mejor escuela: TU FAMILIA.

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